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Del “triunfalismo” a la locura peligrosa

Neo Carmona  

Se le atribuye a Aristóteles (también a Maquiavelo, Bismarck y a Churchill) el concepto de política como "el arte de lo posible”. Y el profesor y político español Federico Mayor Zaragoza, en un artículo publicado en el 2013, corregía al gran filósofo griego afirmando que la política más bien “es el arte de lo imposible”.

En el plano local, y un poco más romántico, como no podía ser de otra manera, el patricio Juan Pablo Duarte, ideólogo de la Independencia de la República Dominicana, definía la política como “la ciencia más pura y digna, después de la filosofía, de ocupar la inteligencia de los nobles. “Noble[s]”, por su parte, es definido por el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, entre otras, de la siguiente manera: “5. adj. Honroso, estimable, como contrapuesto de deshonrado y vil”. 

Es precisamente en la última parte de la definición misma de “noble[s]” donde se hace necesario que nos detengamos un momento para poder entender las motivaciones que mueven a los estrategas de la campaña desesperada de cierto candidato a aplicar para sí, totalmente distorsionado vale decir, el criterio de Mayor Zaragoza y no así coincidir con lo postulado por Duarte.

Solo una concepción deshonrosa y vil de la política puede justificar el mentir burdamente a la comunidad académica, así como todas las artimañas y bajas pasiones a las que recurren a diario para intentar confundir a la familia universitaria y colocar en el imaginario colectivo una candidatura evidentemente sin propuestas, sin programa, sin visión ni vocación académica, sin capacidad gerencial y a todas luces ajena al bienestar, progreso y desarrollo de la Universidad Primada de América y de la sociedad dominicana a la que nos debemos. 

En su afán de posicionarse, no se les abre el pecho para gastar exorbitantes sumas de dinero en publicidad, propaganda, vallas y afiches por toda la geografía nacional, “comunicadores” pagos, contratación de grandes artistas y lujosas fiestas como si se tratase de una campaña carnavalesca de un mercado en un barrio paupérrimo cualquiera. 

Y no así de unas elecciones del conglomerado académico más selecto de nuestro país, compuesto por pensadores, intelectuales y formadores de profesionales del más alto nivel.

Sin ningún tipo de respeto ni la más mínima consideración, insultan la inteligencia del profesorado recurriendo, sin siquiera sonrojarse, a pasquines irresponsables, manipulación de información, montajes groseros de videos e imágenes, mentiras vulgares y al amaño de encuestas con números que no tuvieron ni en su mejor momento, siendo funcionarios de primer orden y utilizando las funciones propias del cargo como moneda de corso para intentar corromper el voto del Claustro Mayor Universitario.

Y ni hablar como en nombre del gobierno se comprometen los recursos, transparencia, institucionalidad del Estado y la propia palabra del presidente Luis Abinader Corona, su integridad y compromiso con la autonomía de la UASD.

Pese a todo, no han logrado articular un proyecto creíble que convenza a la familia universitaria de la idoneidad de elegirlos como autoridades de la Universidad Primada de América. 

Toda vez que sabemos que eso significaría echar por la borda los importantes avances que hemos logrado en todos los órdenes en los últimos años. Del mismo modo, estaríamos poniendo en peligro la preservación de la universidad al servicio de las presentes y futuras generaciones y de la sociedad dominicana.

De los grandes peligros de esa actitud temeraria para la estabilidad de la UASD, del país y el gobierno del presidente Abinader y sus planes de desarrollo para la nación, hablaremos en un próximo análisis. 

Sin embargo, el "equipo estratégico del triunfalismo" que maneja los hilos tras bastidores, debe ir preparando a los pocos seguidores que le queden para la aplastante derrota que sufrirán de manos del próximo rector, Doctor Jorge Asjana David, y la Gran Alianza. 

Ya que, cuando Federico Mayor Zaragoza plantea su tesis de corrección a Aristóteles está, sin lugar a dudas, a tono con el romanticismo político de Juan Pablo Duarte, incluida su concepción de “noble[s] tal y como lo define la RAE: adj. Honroso, estimable”. Jamás con lo contrapuesto: “…deshonroso y vil”. 

El autor es servidor universitario

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